En Tus Manos Encomiendo Mi Espíritu

En la liturgia del Viernes santo meditamos el misterio de la muerte de Cristo y adoramos la Cruz.

En los últimos instantes de vida, antes de entregar el espíritu al Padre, Jesús dijo: «Está cumplido» (Jn 19, 30). ¿Qué significan estas palabras?

Significa que la obra de la salvación está cumplida, que todas las Escrituras encuentran su plena realización en el amor del Cristo, Cordero inmolado. Jesús, con su Sacrificio, transformó la más grande iniquidad en el más grande amor.

A lo largo de los siglos encontramos hombres y mujeres que con el testimonio de su vida reflejan un rayo de este amor perfecto, pleno, incontaminado.

Me gusta recordar un heroico testigo de nuestros días, don Andrea Santoro, sacerdote de la diócesis de Roma y misionero en Turquía.

Algunos días antes de ser asesinado en Trebisonda, escribía: «Estoy aquí para vivir en medio de esta gente y permitir a Jesús que lo haga prestándole mi carne… Se llega a ser capaces de salvación sólo ofreciendo la propia carne. El mal del mundo se debe cargar y el dolor se debe compartir, absorbiéndolo en la propia carne hasta las últimas consecuencias, como lo hizo Jesús» (A. Polselli, Don Andrea Santoro, le eredità, Città Nuova, Roma 2008, p. 31).

Que este ejemplo de un hombre de nuestro tiempo, y muchos otros, nos sostengan al ofrecer nuestra vida como don de amor a los hermanos, a imitación de Jesús.

Y también hoy hay muchos hombres y mujeres, auténticos mártires que ofrecen su vida con Jesús para confesar la fe, sólo por este motivo. Es un servicio, servicio del testimonio cristiano hasta la sangre, servicio que nos ofreció Cristo: nos ha redimido hasta el final.

Y este es el significado de esa palabra «Está cumplido». Qué bello será si todos nosotros, al final de nuestra vida, con nuestros errores, nuestros pecados, también con nuestras buenas obras, con nuestro amor al prójimo, pudiéremos decir al Padre como Jesús: «Está cumplido»; no con la perfección con la que lo dijo Él, pero decir: «Señor, hice todo lo que pude hacer. Está cumplido».

Adorando la Cruz, mirando a Jesús, pensemos en el amor, en el servicio, en nuestra vida, en los mártires cristianos, y también nos hará bien pensar en el final de nuestra vida. Ninguno de nosotros sabe cuándo sucederá esto, pero podemos pedir la gracia de decir: «Padre, hice lo que pude. Está cumplido».

Papa Francisco
(Audiencia del 1 de abril de 2015)

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