Sin Jesús, no es posible.

Parroquia El Altet - Evangelio Domingo 5 de Mayo 2019

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (21, 1- 14)


En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo; Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No».

Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.

Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice: «Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor


COMENTARIO AL EVANGELIO DE ESTE DÍA

Simón Pedro les dice: “Me voy a pescar”. Ellos contestan: “Vamos también nosotros contigo”. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Juan 21, 3

En este episodio, vemos a unos discípulos regresar a sus antiguos quehaceres, como si no hubieran entendido la empresa a la que estaban destinados: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres (Mt 4, 19)

Esta llamada hecha a los hermanos Simón y Andrés, Santiago y Juan, es también una llamada para todos y cada uno de nosotros como Iglesia de Dios.

Es una llamada que abarca toda la vida de la persona y que hace que lo dejemos todo para ir en pos de Aquel que ha seducido nuestro corazón: Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir (Jr 20, 7)

Me gusta ver este episodio como un refuerzo de aquella primera llamada. Sin Cristo, la pesca no tiene ningún resultado. Por Cristo, con Él y en Él, las redes están repletas: la faena puede ser la misma, pero el resultado es muy diferente.

Su pesca era de otra índole: aquellos hombres rudos llegaron a ser el fundamento de la Iglesia y son hoy un punto de referencia sin el cual no nos entenderíamos a nosotros mismos.

¡Qué paciencia la del Señor hasta que por fin logran entender su misión!

Y nosotros, ¿qué redes tenemos que soltar en nuestra vida, para emprender en verdad la misión a la que Dios nos ha llamado?

¿Logramos entender nuestro quehacer como la pesca a la que el Señor nos ha mandado?

Pidamos a Jesús que nos ayude.