¿Qué hace Dios en una Cruz?

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (23, 1-49)


Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. Este es el rey de los judíos. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada».

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio.

Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».

Y, dicho esto, expiró. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo».

Palabra del Señor


COMENTARIO AL EVANGELIO

“Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.” (Lc. 22,14-23,56)

Empezamos la Semana Santa, la Semana Mayor en la que una vez más celebraremos y conmemoraremos la pasión, muerte y Resurrección del Señor.

Hoy contemplamos a Jesús entrando en la gran ciudad como un rey triunfador, en medio de vítores y hosannas. Los ramos agitados a su paso anuncian que aquel que entra humilde y montado en un asno es el Hijo de David, el Rey de reyes y Señor de señores.

La gente así lo proclama y aclaman su entrada. Son estas mismas personas las que días más tarde gritarán: ¡Crucifícalo!

Así puede llegar a ser la naturaleza humana.

Lo más importante para nosotros hoy es compartir con Él de su mesa, anuncio del que ha de venir, anuncio del banquete celestial que Él mismo presidirá, anuncio de la nueva época fundada por Él mismo.

El fruto de la vid se verterá abundante y el pan se servirá hasta sobrar; allí no habrá más llanto ni dolor.

Esa es nuestra esperanza, una esperanza por la que aún seguimos anunciando que el que llega en el nombre del Señor, es el que ha de venir y el que ya está aquí compartiendo su mesa con nosotros.

Os deseo a todos una feliz y bendecida Semana Santa.

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