El Bautismo del Señor

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (3,15-16.21-22)


En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma, y vino un voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Palabra del Señor


COMENTARIO AL EVANGELIO

“Y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como de una paloma; y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo; el amado, el predilecto” (Lucas 3, 22)

Sabemos que Juan el Bautista no solo se limitó a bautizar para preparar los corazones de la gente para la llegada del Mesías, sino que también predicó sobre aquel que todos estaban esperando y lo señaló después llegado el momento de su manifestación en el Jordán.

Con su fama y tantos fans, Juan mantuvo su humildad y fue capaz hasta de expresar frases tan impactantes y que contrarrestan el afán de aparecer y de éxito a toda costa que vivimos hoy:

“Es necesario que Él crezca y que yo mengüe”(Juan 3:30). Al respecto, me gusta mucho lo que escribió san Agustín:

“Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. 

Le tienen por Mesías y niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio (…) 

Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que una antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar.” (S. Agustín, Sermones 293,3)

Dios Padre, al igual que Juan, señala también a su Hijo con el Espíritu Santo que se manifiesta de forma corpórea como una paloma.

Lo que pronuncia la voz del Señor me hizo entender que había algo que no encajaba: en unas traducciones pone Tu eres mi Hijo, el Amado, en quien me complazco mientras que en otras Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.

Estudiando un poco más, en versión trilingüe de José María Bover y José O’Callaghan, traducen según la primera forma antes escrita: En soí eudókisa y in te complacui mihi.

Pero la versión Oficial de la Conferencia Episcopal tiene un pie de página en el que aclara que la segunda frase yo te he engendrado hoy al parecer es un añadido del códice D para hacer que coincida con el Salmo 2,7.

En todo caso, más allá de todos estos tecnicismos, lo importante es esta confirmación de la identidad del Hijo, la presencia del Padre y la acción del Espíritu Santo.

¿Cómo pueden explicar esto aquellos que no creen que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son un Único Dios, una única naturaleza pero tres Personas distintas?

Siempre me ha fascinado este misterio de la Santísima Trinidad y lo que se puede alcanzar a comprender hace que me sienta pequeño ante tanta grandeza.

Esta fiesta centra la mirada también en otro hecho significativo del Señor: ¿por qué se mezcla en medio de la gente, se mete al agua y pide a Juan que lo bautice?

¡Pero si Él no tenía pecado! Jesús acude allí para cumplir toda justicia: “Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15)

Y lo más sorprendente, es que el recibir la Gracia de Dios es lo más justo, pues sin ella no podemos nada, no tenemos nada que no hallamos recibido (Cf. 1 Corintios 4:7), y la puerta a esta Gracias y a todas las gracias (Sacramentos) es el Bautismo.

El Señor acababa, con este gesto, de santificar el agua del Jordán, y en él, todas las aguas del planeta, de crear el más hermoso regalo que un ser humano puede recibir: el Bautismo.

¡Feliz semana para todos!

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